OFICIO DE CORRECTOR

Trabajar en un periódico es un vicio sacrificado pero también apasionante. y la sala de corrección no es la excepción:

El trabajo empieza cuando muere la tarde y se extiende hasta más allá de la medianoche, aun más allá si es viernes, porque se adelanta la edición dominical y la trasnochada concluye a las cuatro o cinco de la madrugada.

Si haces un buen trabajo sólo tus compañeros lo reconocen, los demás ni lo notan porque en eso consiste la labor: en corregir sin ofender, si apelamos a Pablo Valle. Y si cometes algunas erratas, que siempre las hay, no faltará quien venga y te reproche. Ni hablar si los errores están en la tapa, los títulos o pretítulos. Y si te rajaste sacándole la mugre a una página y por diversas causas se publica la «no corregida», el sacrificio fue vano, la llamada de atención vendrá nomás.

Los errores no serían tan malos de no ser porque cada uno de ellos se multiplica por cuatro mil, o el doble o mucho más cuando hay ediciones especiales como aquella vez que murió el papa Juan Pablo II, por ejemplo. ¡Te imaginas tal cantidad de personas que verán tus falencias! Pero tampoco es tan malo, en muchos de los casos tu página mejor corregida puede aparecer en la envoltura de alguna caja, cubriendo frutas o alimentos, o en el baño, como que en las redacciones pasan.

Cuando adquieres cierta destreza, es como si estrenaras tus ojos, pues caminas por la ciudad y en los pasacalles, carteles, letreros luminosos de galerías, etcétera, etcétera, notas detalles a los que ni le dabas importancia. Aunque después se vuelve costumbre.

Los bueno es que te conviertes en un valioso recurso para disipar dudas sobre el lenguaje, puedes reírte de los errores de otros, incluidos editores, columnistas y hasta los jefes -como que disfrutas haciéndolo- y aprendes mucho conviviendo en la fuente de las erratas. Y de que el oficio es bueno, ni hablar: es un «vicioso apasionado».

El destino de Sísifo se hace presente una vez más los periódicos: «cuando, con la roca a cuestas, crees haber alcanzado la cúspide de la montaña, descubres que el pedrusco rueda hasta abajo a toda velocidad»*. Lo descubres en la primera ojeada.

* LÓPEZ MANUEL, Cómo se fabrican las noticias. Paidós: Barcelona. 1995.

4 comentarios en «OFICIO DE CORRECTOR»

  1. Nadie es perfecto. Otra cosa es que la página puede desviarse en uno de los caminos y salir la no corregida, suele suceder. Y lo de La Prensa puedo explicarlo, hubo un corrector nuevo que esuvo por esas días, seguramente se le fue…
    Saludos

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